En Colombia no hay una sola guerra, hay muchas. Por supuesto la guerra oficial, que libran los interesados en tener el poder político y económico del país y que está en proceso de finalización, es fuente de búsquedas narrativas a través del cine y lo seguirá siendo por muchos años más, ya sea exponiendo tanto las secuelas que ha dejado ésta como el análisis en retrospectiva de sus causas y orígenes. Sin embargo, existen miles, millones de batallas librándose diariamente en todo el territorio colombiano: la batalla de vivir siendo ancianos en Colombia, batallas por el reconocimiento y la aceptación, batallas por la reparación, batallas por obtener el pan de cada día y hasta batallas por amor. Estas batallas –y millones más- ocurren en medio de la cotidianidad, algunas pasan desapercibidas ante las miradas distraídas o acostumbradas de la mayoría de personas, pero en otros casos son descubiertas por la mirada sensible de narradores insaciables, como los realizadores de esta selección, que se las apropian y las hacen cine para que las vivamos y luchemos con ellos. Y ahí allí otra batalla que se hace presente en estos resultados: la batalla de hacer cine en Colombia.
Esta selección es un reconocimiento a estas luchas.
Sinopsis: Jacinto, cazador de venados, enfrenta un terrible dolor por la pérdida de un hijo enfermo como consecuencia de las promesas políticas incumplidas. Un día de caza cualquiera, Jacinto se encuentra frente a frente con el responsable de su sufrimiento.
Daniel tiene 16 años, pasa sus vacaciones en la playa con sus hermanas mayores. Durante estos días Lucia, la mejor amiga de su hermana se acercará a Daniel y lo llevará a conocer una serie de nuevos sentimientos que lo conducirán hacia la edad adulta.
Rosalba González, una mujer a la que la guerra la golpeo con dureza y la obligó a abandonar su hogar, regresa a su tierra nuevamente para hacer lo que más ama.
La Niña de la Buseta es una película que muestra unos días en la vida de una joven que vende dulces en las busetas para sobrevivir con su bebé. La crudeza del entorno que le rodea saca a la superficie sus instintos más primarios. Esta película es el resultado de la necesidad de filmar a gente real (no actores) y mezclarlas con la ficción, para llevar sus historias a la pantalla y así poder darles una voz.
Lilia tiene 71 años y el Alzheimer ha transformado su mente y cuerpo. Su mundo está lleno de ruidos y susurros. Pensamientos que a veces salen de su boca y revelan una realidad trastocada. Corteza describe la rutina de baño de esta mujer. Sumergida en una tina, Lilia reposa mientras una imponente joven se encarga de refregarla, acompañarla y contemplarla. Brazos, piernas, piel, huesos. Este es el inventario de un cuerpo que habita otro mundo y otro tiempo.
Efrén tuvo que dejar todo atrás y buscar las formas para comenzar una nueva vida en Villeta. Él siempre cuenta con el apoyo de su esposa, Gloria, quien le da esperanza para persistir en su sueño de tener otra vez su propia casa.
…como todos los días, Etelvina ve transcurrir su soledad, a la espera de aquel calorcito que le es familiar….aquel Solecito del Parque.
José Alejandro Bedoya vive en Buenaventura. Pareciera que entre tinto y tinto buscara encontrarle un sentido a la vida. Su mirada se concentra en los espejos de su interior, con sus manos construye el universo exterior. Todo es negro o todo es blanco.
Entre la espesa neblina que abraza las montañas de Río verde de los montes se esconde la casa de la familia Gómez. Sus días transcurren entre los quehaceres del campo y el cuidado de los animales que se han convertido en sus compañeros de camino. En medio de la rutina se mezclan la nostalgia por el pasado y la desesperanza por el presente en contraste con su apacible vida en el campo.