Llegar a un territorio nuevo siempre es un suceso de gran incertidumbre y aunque es preciso consultar información básica como la ubicación geográfica, la zona de vida, el tipo de población y la estructura social; siempre habrá encuentros nuevos y sorprendentes, más de lo que las referencias permiten imaginar. Isla Fuerte en particular es un territorio que me ha atravesado profundamente porque allí encontré un nuevo lugar para maravillarme, aprender y proponer, pero también cuestionarme nuevas cosas en cuanto a mi proceso artístico pedagógico, el cual ha sido mucho desde la intuición y el trabajo comunitario, pero últimamente también, desde algunas perspectivas brindadas por la academia.
Mi primera búsqueda fue por sorprender a lxs niñxs con la observación en detalle de algo tan simple y a la vez complejo pero cotidiano: la vegetación de la isla, con la cual tienen interacciones reales desde que nacen, por la importancia cultural que tienen los árboles frutales, las plantas alimenticias y medicinales que siembran tradicionalmente las comunidades afro en el caribe colombiano y que crecen junto a la vegetación exuberante del bosque seco tropical.
La estrategia para encontrar una sintonía con el lenguaje de las infancias fue jugar a ser pequeños botánicos, recorrimos algunas zonas de la isla en donde hay más plantas silvestres y pasamos por los patios de algunas personas que todavía mantienen vivo el espíritu soberano de sembrar su propio alimento y medicina. En esos recorridos recolectamos muestras de plantas como hojas, flores y frutos. Al principio parecía un poco caótico porque lxs niñxs se escabullían entre el monte y preferían meterse en los lugares menos accesibles para colectar las muestras.
Estxs niñxs todo el día juegan entre el monte, se trepan en los árboles de mango (Manguifera indica), mamon (Melicoccus bijugatus), níspero (Manilkara huberi), corombolo (Averrhoa carambola), entre otras especies, para alcanzar las frutas de temporada. Se corretean entre ellxs con príngamosa (Urtica sp.), juegan con una flor a la que le llaman pítico, esta planta es comúnmente conocida como clitoria rosada (Centrocema sp.), es una enredadera que se reproduce por montones en la isla, el juego del pitico consiste en diseccionar la flor extrayendo parte del pistilo y empleando el tubo resultante de
esta disección como silbato.
Existen muchas prácticas ligadas al juego y el reconocimiento de las especies vegetales con las que conviven en la isla. La recolección de muestras de plantas se hizo con la intención de juntxs identificarlas, clasificarlas y posteriormente dibujarlas para crear nuestro propio herbario en el que reconocemos su gran valor cultural, no solo dentro de los discursos de la conservación de la que se habla mucho en la literatura, si no también desde el juego y las costumbres divertidas heredadas por sus ancestros y así se aporta a la conservación de la biodiversidad.
Descubrir en ellos su gran habilidad para identificar y reconocer los usos de las plantas de su territorio, me hizo cambiar la disposición frente a mi rol en la nueva escuela de ilustración e investigación botánica que estamos experimentando. Adopté una postura dinamizadora, reconociendo la importancia de escuchar, preguntar, aprender de lxs niñxs y sistematizar. Profundizando en técnicas de pintura y dibujo estamos realizando ilustraciones botánicas cada vez más detalladas con algunos de los niños que muestran más interés y destrezas pictóricas, porque la observación de los pequeños detalles de las plantas es una virtud que se va a adquiriendo con el ejercicio de detener la mirada y enfocar pequeños fragmentos de la planta, donde se reconocen hasta los detalles más imperceptibles.
Estos dibujos acompañarán la sistematización de una posible publicación que surgió con la idea de compartir con el mundo y con ellxs mismos, los conocimientos ancestrales que tienden a extinguirse junto con la biodiversidad. La Escuela Arrecife, el lugar al que afortunadamente llegué para tejer amistad con estos niñxs del barrio 20 de julio de Isla Fuerte, es sin dudarlo un escape para algunos de ellxs, que se sortean la vida para formar un carácter duro y violento como una coraza que resiste a las hostilidades que afligen la sociedad de la isla. Estxs niñxs encuentran en Arrecife personas que vamos dispuestas a entregar y recibir mucho afecto. Existen momentos innegables de confrontación porque traen de sus casas unas formas que contrastan con en el trato que reciben de nuestra parte, primando la escucha,el amor y el cuidado, en ocasiones increpando sus malas acciones con un sentido de reparación y sin apelar a la violencia. Esto para que ellxs poco a poco lo apliquen y lo repliquen en sus casas, con sus amiguitxs, vecinxs y otras personas del barrio. Dentro de estas estrategias de cuidado me parece sumamente
importante apoyarles en sus procesos creativos, dejarlos vivir una infancia curiosa, de exploración e investigación y que fluyan con los juegos para encontrar sus talentos evidenciando ese espíritu artista que en un futuro puede salvar vidas en un sentido literal y metafórico. Hacer que perduren estos conocimientos ancestrales sólo se logra si captamos la atención y el corazón de las infancias por medio de los juegos,el arte y la increíble diversidad de la naturaleza.